Prólogo al PIHKAL de Shulgin (extracto) – Psicólogo, farmacólogo e investigador José Carlos Bouso

En esta ocasión os ofrecemos nada menos que un extracto del prólogo al PIHKAL, redactado por un especialista en el tema que conoce a la perfección la obra y las sustancias de Shulgin: el psicólogo, farmacólogo e investigador José Carlos Bouso, que actualmente dirige los proyectos científicos emprendidos por ICEERS (http://www.iceers.org). Bouso nos cuenta en este prólogo cómo llegó a conocer a Shulgin y cómo enseguida se sintió atraído por esos asuntos y esa forma de hacer ciencia, lo cual en cierto modo ha influido en su propia carrera. En la edición impresa de PIHKAL y TIHKAL podréis leer el prólogo completo, que es muy interesante tanto por lo que cuenta sobre Shulgin como por lo que dice sobre el propio José Carlos, que tal vez sea actualmente el investigador español más influyente en este campo.

Jose Carlos Bouso

Ya se puede reservar la edición española de PIHKAL y TIHKAL en la web de Editorial Manuscritos (entrar aquí). Contenido de los libros de la edición española de PIHKAL y TIHKAL: https://shulgin.es/edicion-en-castellano-de-pihkal-y-tihkal-contenido-definitivo-de-los-libros/.

Era principios de julio de 1996, el último verano de decadencia de la ruta del bakalao. Llegué a la estación de autobuses de Denia en la madrugada de un lunes. Había salido de trabajar a las diez de la noche del domingo, pillé el bus en la estación Sur a las 12, y nada más bajar del autobús, aún de noche, pero muy cerca ya de los primeros rayos de sol de la madrugada estival alicantina, y protegido por las faldas del inconmensurable Montgó, la Policía Nacional me retuvo para identificarme. En los 90, ETA tenía una fijación especial por el Levante español. No estaba allí –solo, con la misma mochila con la que aún viajo– para irme de fiesta. En la sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Denia se celebraba un curso de verano, dirigido por el profesor Antonio Escohotado, titulado: “Drogas, cultura de masas y mecanismos de control social”. A decir verdad, solo conocía a los ponentes nacionales (Escohotado, Fericgla, Usó –de cuyo libro Drogas y cultura de masas se apropió en buena parte el título del curso–, Ocaña y quizás algún otro que no recuerdo. Aute estaba en el programa, pero finalmente no acudió), por haber leído sus libros. Creo que no conocía a ninguno de los ponentes internacionales, aunque me sonaba algún nombre del curso de verano de El Escorial dos años antes, al que no fui, que, hasta donde mi memoria alcanza, eran unos tales Jonathan Ott, Ann Shulgin y Alexander Shulgin.

(…) Allí estaban, en el estrado, dos de las personas que más he admirado a lo largo de mi vida, que más me han influenciado y que, en el caso de una de ellas, marcaron buena parte de mi trayectoria vital y profesional desde ese preciso momento y que perdura aún en el día de hoy: Jonathan Ott y Alexander Shulgin. Han pasado casi veinte años desde entonces, y aún recuerdo con bastante precisión, creo, lo que me ocurrió aquella tarde.

(…) Creo que esta conferencia de Shulgin ha sido la más reveladora, instructiva y determinante de toda mi vida. Se hicieron añicos todos los prejuicios que tenía sobre las drogas sintéticas (con los años descubrí que la gran mayoría de las de farmacia lo son), hasta tal punto, que cualquier idea preconcebida que tuviera al respecto desapareció para siempre para no volver a presentarse nunca más. Luego Shulgin habló de la MDMA, el pernicioso éxtasis. Resulta que un par de años antes había sido el perito de la defensa de un imputado por tráfico de MDMA, uno de los primeros casos en España. Con su declaración como experto en el juicio, convenció al tribunal para que considerara que la MDMA era una droga “blanda”. Durante unos meses, la MDMA en España disfrutó del estatus penalmente menos duro dentro del ordenamiento jurídico internacional sobre drogas. El Tribunal Supremo, unos meses después, hizo lo que se llama un acto de casación, e introdujo, definitivamente, a la MDMA dentro del hacinado grupo en el que cohabitan maliciosas drogas que, según la policía mundial, causan grave daño a la salud, y por lo que, precisamente, se hallan recluidas allí.

(…) Mi admiración por la obra de Shulgin hizo que, cuando dirigía la Colección Psiconáutica de la Editorial Amargord, me empeñara en propulsar un proyecto para traducir el PIHKAL y el TIHKAL al español. Escribí a Shulgin y me dio el permiso, con la única condición de que los libros se publicaran íntegros, esto es, con las dos partes: la autobiográfica y la parte química. Junto con Alejo e Igor, se reunió un equipo de traductores, pero el proyecto salía tan caro que finalmente se desestimó.

Si algo falta en las bibliotecas de lengua española que aúne el pensamiento político libre, el conocimiento químico sofisticado, las reflexiones más lúcidas sobre la materia de la que se construyen el cosmos y la vida, la neurociencia aplicada con su inmediata y tan difícil conexión con la psicología fenomenológica, el humanismo (o ciencias humanas), el potencial de determinadas sustancias como adyuvantes de la psicoterapia, los tiempos en la combinación de determinadas drogas que hacen que la sinergia resultante se distancie de sus partes por separado, las reflexiones sobre las actuales políticas de drogas, la fascinación por la química como puente entre lo orgánico y lo inorgánico y, en definitiva, las relaciones finales entre espíritu y materia, o mente y cerebro (y cuerpo, mucho cuerpo), sin duda, ellas se encuentran en estos dos libros que el lector tiene en sus manos.

(…) El PIHKAL y el TIHKAL son dos monumentos literario científicos. Están al nivel de La Montaña Mágica, de Thomas Mann, de Las aventuras de Tom Sawyer, de Marck Twain, de El guardián entre el centeno, de Salinger, del El hombre que confundió a su mujer con un sombrero y otros libros del Sacks que ya se nos va, de los cuentos de London, de la ciencia observacional de Darwin, de los agujeros negros de Hawking (imprescindible el capítulo dedicado en TIHKAL al Big Bang), de la música de las películas de Woody Allen, y venga, también de sus películas.

(…) Por cierto, la primera vez que leí el aforismo de «De la piel para dentro es enteramente de mi jurisdicción», fue en el PIHKAL. También encontrarán allí la chala sobre la DIPT, y en el TIHKAL las visitas de los Shulgin a España. «No es el vino el que marca qué se come, es la comida la que elige el vino», le dijo Escohotado, según cuenta Shulgin, en el Suances, un bar que hay en la calle Ferraz de Madrid. Querido lector, no es la droga la que orienta el texto; es el texto el que le ilustrará, no sobre la droga de Shulgin que a usted le interese, sino sobre la droga de Shulgin que se interesa por usted.